El aumento de gases de efecto invernadero redujo las lluvias en España en los últimos 30 años
22-3-2004
Un estudio concluye por primera vez que la actividad humana altera también la presión atmosférica. Los cambios causados por el aumento del CO2 afectan al clima.
El incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero ha desencadenado una acelerada subida de la temperatura media mundial. Pero este efecto derivado de la actividad industrial no sólo se deja sentir en los termómetros, sino también en los barómetros. En un estudio publicado ayer en Nature, científicos británicos del Centro Hadley y canadienses de la Universidad de Victoria aportan las primeras pruebas de que el aumento de las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases han originado alteraciones de la presión atmosférica en los últimos 50 años.
La presión atmosférica es un factor fundamental para la regulación del clima porque controla la circulación de las masas de aire. Y sus cambios graduales pueden, a la postre, modificar los patrones habituales de lluvias, temperaturas, vientos y formaciones de tormentas. De hecho, diversos grupos científicos atribuyen recientes cambios en el clima de Europa a perturbaciones en un fenómeno oceánico-atmosférico llamado Oscilación del Atlántico Norte (NAO).
A esas alteraciones en la NAO se achaca la reducción del 60% en el nivel de lluvias en España durante los últimos 30 años y un aumento de igual proporción y en ese mismo periodo de las precipitaciones en Escocia. Lo que no está en absoluto claro para los científicos es si esas decisivas alteraciones en la Oscilación del Atlántico Norte son producto de variaciones naturales del clima terrestre o son inducidas por la actividad humana. El equipo británico-canadiense ofrece ahora las primeras pruebas convincentes en favor de la segunda hipótesis y asegura que los efectos del aumento de dióxido de carbono y de otros gases de «efecto invernadero» sobre la presióna son más potentes de lo estimado hasta ahora.
Modelos climáticos
El equipo dirigido por Nathan Gillet, de la Universidad de Victoria, analizó los registros de presión atmosférica de los últimos 50 años en diversas latitudes del Océano Atlántico, incluyendo regiones polares y aguas próximas al sur de Europa. Este grupo detectó así una subida de la presión media sobre el sur del continente europeo, que contrasta con un decenso de la presión sobre los polos y las aguas más septentrionales del Océano Pacífico.
Para comprobar si esas alteraciones son consecuencia directa de la actividad humana, este equipo comparó posteriomente los registros históricos de presión atmosférica con los resultados de experimentos efectuados con cuatro modelos climáticos de escala global. En cada caso se simularon cambios en las concentraciones de gases de efecto invernadero y en la cantidad de polvo originado en la atmósfera por gases ricos en partículas de azufre. Al final de la investigación, las proyecciones condujeron a la conclusión inequívoca de que, efectivamente, el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero causa cambios en la presión sobre el Atlántico, que explicarían porqué los inviernos son ahora más húmedos y cálidos en el noroeste de Europa y más secos en el sur.
Un estudio concluye por primera vez que la actividad humana altera también la presión atmosférica. Los cambios causados por el aumento del CO2 afectan al clima.
El incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero ha desencadenado una acelerada subida de la temperatura media mundial. Pero este efecto derivado de la actividad industrial no sólo se deja sentir en los termómetros, sino también en los barómetros. En un estudio publicado ayer en Nature, científicos británicos del Centro Hadley y canadienses de la Universidad de Victoria aportan las primeras pruebas de que el aumento de las emisiones de dióxido de carbono y de otros gases han originado alteraciones de la presión atmosférica en los últimos 50 años.
La presión atmosférica es un factor fundamental para la regulación del clima porque controla la circulación de las masas de aire. Y sus cambios graduales pueden, a la postre, modificar los patrones habituales de lluvias, temperaturas, vientos y formaciones de tormentas. De hecho, diversos grupos científicos atribuyen recientes cambios en el clima de Europa a perturbaciones en un fenómeno oceánico-atmosférico llamado Oscilación del Atlántico Norte (NAO).
A esas alteraciones en la NAO se achaca la reducción del 60% en el nivel de lluvias en España durante los últimos 30 años y un aumento de igual proporción y en ese mismo periodo de las precipitaciones en Escocia. Lo que no está en absoluto claro para los científicos es si esas decisivas alteraciones en la Oscilación del Atlántico Norte son producto de variaciones naturales del clima terrestre o son inducidas por la actividad humana. El equipo británico-canadiense ofrece ahora las primeras pruebas convincentes en favor de la segunda hipótesis y asegura que los efectos del aumento de dióxido de carbono y de otros gases de «efecto invernadero» sobre la presióna son más potentes de lo estimado hasta ahora.
Modelos climáticos
El equipo dirigido por Nathan Gillet, de la Universidad de Victoria, analizó los registros de presión atmosférica de los últimos 50 años en diversas latitudes del Océano Atlántico, incluyendo regiones polares y aguas próximas al sur de Europa. Este grupo detectó así una subida de la presión media sobre el sur del continente europeo, que contrasta con un decenso de la presión sobre los polos y las aguas más septentrionales del Océano Pacífico.
Para comprobar si esas alteraciones son consecuencia directa de la actividad humana, este equipo comparó posteriomente los registros históricos de presión atmosférica con los resultados de experimentos efectuados con cuatro modelos climáticos de escala global. En cada caso se simularon cambios en las concentraciones de gases de efecto invernadero y en la cantidad de polvo originado en la atmósfera por gases ricos en partículas de azufre. Al final de la investigación, las proyecciones condujeron a la conclusión inequívoca de que, efectivamente, el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero causa cambios en la presión sobre el Atlántico, que explicarían porqué los inviernos son ahora más húmedos y cálidos en el noroeste de Europa y más secos en el sur.
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